Ninguna vocalista ha impactado en el mundo de la música latina como Celia Cruz. Nacida en 1925, en un pueblo empobrecido de Cuba, Celia comenzó su fabulosa carrera en su tierra natal, donde desde muy joven recibió el título de “La Guarachera de Cuba”. En 1950, fue elegida por rogelio martinez, el director de la afamada orquesta cubana Sonora Matancera para ser su cantante principal, una posición nunca ocupada por una mujer. Perfeccionó sus habilidades durante 15 años antes de tener que salir de Cuba debido a la revolución y establecerse en México, donde se estaba haciendo un nombre mientras expandía la popularidad de la legendaria orquesta. Celia se convirtió en ciudadana estadounidense en 1961 en contra de los deseos del primer ministro cubano Fidel Castro, quien formalmente prohibió a Celia regresar a su tierra natal.
No pasó mucho tiempo antes de que el eminente Tito Puente eligió que se uniera a su orquesta de renombre mundial para darle un atractivo más emocionante mientras ganaba reconocimiento internacional conectándose con los fanáticos con su estilo exuberante y vestuario dondequiera que actuaran. En consecuencia, su fama la impulsó al título de “Reina de la Salsa” y llamó la atención de Fania Records y del director musical. Johnny pacheco, quien la firmó con un contrato a largo plazo mientras florecía una nueva etapa de la salsa. Sus grabaciones con Pacheco tuvieron un gran éxito hasta el punto de embellecer los lanzamientos de otros artistas de Fania al aparecer en discos con artistas como willie colón, Ray Barretto, Tito Puente, papo luca, Justo Betancourt, Pete 'El Conde' Rodríguez, y muchos otros directores de orquesta.
Luego de una fabulosa carrera que duró más de 40 años, Celia falleció en Nueva Jersey a la edad de 77 años, en 2003. Era su eterno deseo regresar a Cuba y actuar ante sus adorados fanáticos. Lo cual hizo cuando fue invitada a hacer una presentación en la Base Naval de Guantánamo poco antes de su muerte. Antes de salir de su tierra natal, recogió en un saco un puñado de tierra cubana y la trajo a América y fue enterrada con la tierra cubana en su ataúd. —Bobby Marín